Revisión de Evidencia Científica sobre el Uso de Campos Magnéticos, Infrarrojo Lejano e Ionización

Entre los años 2015 y 2020 se llevó a cabo una búsqueda en la base de datos científica PubMed, empleando términos técnicos en inglés como static magnetic fields, magnetotherapy, far infrared rays y therapy. A partir de esta revisión se seleccionaron 225 artículos científicos que abordaban ensayos clínicos controlados y aleatorizados con seres humanos, incluyendo tanto grupos experimentales como placebos, además de investigaciones en laboratorio con células humanas y animales.

Durante el año 2021 se incorporaron 62 estudios adicionales, enfocados específicamente en la aplicación de campos magnéticos, radiación infrarroja de onda larga e ionización del agua en contextos agrícolas y pecuarios. En cuanto a la distribución geográfica de estas investigaciones, Europa concentró el 25% de los trabajos, mientras que Japón, Estados Unidos, China y Brasil lideraron el 70%. El 5% restante provino de otras regiones.

Los resultados muestran que al aplicar un campo magnético de 800 Gauss en humanos, el 83% de los participantes experimentó alguna forma de mejoría. En el caso de la radiación infrarroja, dentro del espectro de 4 a 16 micrones, los beneficios reportados alcanzaron al 100% de los individuos tratados. En el sector agropecuario, el uso de agua magnetizada, ionizada y tratada con la misma frecuencia de infrarrojo produjo mejoras significativas en plantas y animales. En concreto, el 83,7% de los estudios reportaron efectos positivos. La distribución temática de estas investigaciones fue la siguiente: horticultura y floricultura (43,5%), semillas (26,1%), ganado bovino (17,4%) y avicultura (13%).

Observaciones Relevantes

En cuanto a la magnetoterapia, los estudios que cuestionan su efectividad no lo hacen por evidencia negativa, sino por la necesidad de contar con datos más sólidos desde el punto de vista estadístico. A pesar de ello, se reconoce que es una técnica no invasiva, no farmacológica y sin efectos secundarios conocidos, lo que la convierte en una opción segura.

Respecto a la terapia con luz infrarroja, aunque sigue en evaluación, no se han registrado efectos adversos. Por el contrario, se han documentado mejoras terapéuticas y un aumento en la biodisponibilidad de compuestos orgánicos, lo que sugiere un impacto positivo en la salud de humanos, animales y vegetales.

En resumen, aunque actualmente estas tecnologías se consideran parte de la medicina alternativa o de terapias complementarias, su base científica es cada vez más sólida gracias a investigaciones recientes que las validan como herramientas potenciales para el bienestar integral.